Injusta Igualdad
Hay dos conceptos que la
sociedad cubana pervierte o, en el mejor de los casos, trueca: igualdad y
equidad.
El gobierno cubano muchas
veces proclama la construcción de una sociedad igualitaria. Esto resulta una
virtud siempre que tal igualdad se refiera al plano legal donde todo individuo
debe ser igual ante la ley. Pero muchas veces el término hace alusión a toda la
esfera social implicando un accionar institucional que trata a todos por igual.
Y aquí yace un problema fundamental que lleva a la implementación de torpes
políticas sociales.
La “libreta de
abastecimiento”, aunque sirve a muchos, es muestra de una inapropiada aproximación
a un problema de todas las sociedades: combatir la pobreza.
Si el Estado cubano subsidia
algunos productos básicos a la totalidad de los cubanos sin criterios de
calificación, la implicación lógica que sigue es que, “todos los cubanos son
pobres”. Y aun mas, “todos los cubanos son igual de pobres”. Ninguna de las dos
afirmaciones anteriores es correcta pero tal es la inferencia que uno puede
hacer cuando ve la aplicación masiva de la política de “la libreta de los
mandados”.
¿Cómo no basar las
políticas de ayuda social en ingresos percibidos por cada familia? Una familia
que ingrese 600 pesos cubanos no puede recibir los mismos beneficios sociales
que una que perciba 3 mil. La ineficiencia radica en que lo que es dado a unos
que no lo necesitan se lo estamos quitando a los que en cambio sí lo necesitan.
Es en este punto donde
nuestro segundo concepto, equidad, entra a dilucidar la confusión.
A la hora de construir e
implementar políticas sociales no podemos asumir de antemano que todos los
cubanos son iguales, y menos aún, que todos tienen las mismas necesidades. La
equidad es precisamente eso: posibilitar que cada cual tenga acceso a
determinados recursos en una cantidad específica en relación con necesidades
dadas.
Algunos podrían decir que
las familias cubanas en su mayoría viven de ingresos no declarados haciendo
particularmente difícil la implementación de políticas de acuerdo a índices de
ingresos. El mercado negro y la elevada corrupción nos ponen un difícil
escollo: ¿Cómo podremos ser precisos a la hora de discernir quien ingresa más y
quien menos?
Obviamente la mejor
respuesta es que debemos reducir la corrupción, lo cual necesariamente conlleva
a aumentar los salarios para que la gente pueda cubrir sus necesidades con sus
ingresos legítimos; y así no tendríamos este problema grave de ingresos no
declarados. Para ello es necesario re-estructurar las empresas cubanas y sus
sistemas de control. Llevamos mucho tiempo siendo protagonistas, cómplices y
víctimas de la corrupción. Pero esto es tema para muchos otros artículos.
De manera general los
sistemas de wellfare alrededor del
mundo son implementados de acuerdo a los índices de pobreza de cada país. Es
decir, una familia o persona califica como beneficiario/s de algún tipo de
asistencia si esta/n por debajo de los índices de pobreza de la nación donde
viven.
Otra forma viable de
re-estructurar “la libreta” pasa por cambiar el modo en que el Estado brinda el
servicio público. Esto es, además de entregar una “libreta” o “bono con valor
monetario a quien la necesita, deberíamos permitir que estas personas usen este
valor dinero en los lugares que prefieran y así tendrán acceso ya no solo a
productos limitados por las “bodegas’” y “placitas”, sino a cualquier producto
alimenticio disponible en el mercado.
El proceso puede parecer
complejo e innecesario, pero no es así. Pensemos que una familia de cuatro
personas que vive por debajo de los índices de pobreza en Cuba recibe 250 pesos
cubanos mensuales en bonos de comida y con ello puede comprar en cualquier
negocio estatal o particular los alimentos que necesite. Con esto no solo les
permitimos a las personas decidir qué comer, sino que incentivamos a su vez las
empresas dedicadas a la venta de alimentos porque el Estado estaría inyectando
dinero de forma indirecta en estos negocios.
La “libreta de
abastecimiento” ha servido desayunos y comidas a muchos cubanos. Pero
entendiéndola como parte de nuestro sistema de wellfare no es eficiente y tampoco
justa porque parte del principio de que todos somos iguales y necesitamos lo
mismo en la misma proporción. Algunos quieren eliminarla. Otros, como yo, creen
que es mejor dársela únicamente a quienes la necesitan. Es sustituir la idea de
igualdad por la de equidad. Es tratar diferencialmente a quienes no son
iguales.
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